martes, 5 de julio de 2016

ARTE, COMPORTAMIENTO Y ESCENARIO


Con la aparición del environment (ambiente o instalación) se percibe un cambio paradigmático en la manera de realizar y comprender las producciones artísticas, pues hasta ese momento la noción de espacio es entendida como un contenedor en el que localiza todo lo tangible. Tal como lo explica Kant, el espacio es una condición inevitable para imponerle significados al mundo externo, por lo que resulta imposible imaginar objetos sin espacio, al mismo tiempo que es habitual pensar en el espacio vacío. Bajo esta consideración, el arte objetual (pintura, escultura, ready made) es una manifestación cultural condicionada por técnicas, materiales u objetos, que ocupa infinitos lugares en los que rara vez se da importancia a los contextos donde fueron creados, pero en los cuales se tergiversan las derivaciones semánticas que acuñaron su valor social.

Este cambio paradigmático también ofrece una comprensión alterna de la afectación que tienen las dinámicas económicas y de mercado sobre el arte, pues las vanguardias artísticas, con intenciones de ruptura y de trasgresión social, fueron desvirtuadas cuando la plusvalía comercial logra transfigurarlas en objetos suntuarios y de prestigio, es decir, mientras los artistas de las vanguardias apelaban a una libertad total, el mercado se encargó de convertirlos en estandartes que aumentan el reputación social de sus compradores. De tal suerte, el environment proclama una emancipación del mercado en la medida en que al coleccionista le resulta imposible adquirirlo, debido a su naturaleza efímera.

En esta disrupción intencionada, la idea de espacio comienza a encontrar matizaciones simbólicas. Un ejemplo de esto es lo analizado por Javier Maderuelo en su texto El espacio raptado, donde el emplazamiento de la obra tridimensional se desplaza a terrenos donde confronta a la arquitectura y el espacio público. Desde entonces, la ocupación de espacio se transmutar en lugar semántico y en adelante toda creación artística in situ debe tener en cuenta las variables simbólicas del lugar para aspira a una valoración transemiótica (Acha).

En tal sentido, con el protagonismo de los infinitos significados del espacio-lugar en el proceso de creación artística, se amplían las posibilidades del arte para incidir en la sociedad donde es producido, porque recoge deliberaciones colectivas en las que cualquiera puede participar en mayor o menor proporción. Además, por el alto grado de participación que tiene la semántica del espacio-lugar en el arte, los artistas lo usan de manera discrecional, como algo manipulable y mutable, como algo que admite transformación.

Esa nueva función del espacio-lugar en el arte, implica una nueva relación entre el espectador y las manifestaciones artísticas, debido a que las personas ya no experimentan la realidad a través de los objetos que las rodean, sino que interpretan la relación que surge entre ellos, esto es, los significados que el espacio-lugar puede aportar. Así, se clarifica la intencionalidad del hombre frente al lugar, porque otorga a los artistas posibilidades de convertirlo en un soporte que les permite proponer sus nuevas visiones.

En consecuencia, el artista interesado en esta diversificación del arte ya no se interesa en producir objetos nuevos para la contemplación, ni mucho menos dar cuenta de virtuosismos técnicos, sino que por el contrario se arriesga a ofrecer al espectador la posibilidad que desarrolle su propia relación, porque la distancia contemplativa desaparece para dar paso a un arte habitable dinamizador de la consciencia. De esta manera los artistas del arte en el espacio intentan condicionar, programar, guiar comportamientos, porque siendo el espectador un habitante de la obra no le queda otra opción que establecer relación con los objetos que la componen.

Con la intencionalidad con la que el hombre actúa en el lugar, aparece una nueva forma de vivenciarlo, porque en éste transcurren comportamientos cercanos al orden de lo ritual, creándose metáforas de encuentro en las que los intereses no van en una sola vía, sino que más bien es flujo que en algunos casos se complementa y en otros choca. Por ello, el lugar adquiere el matiz de escenario, espacio crucial para la interacción colectiva. De aquí se desprende, que el lugar-escenario reivindica el acto simbólico del encuentro, porque las producciones artísticas que en él se sitúan modifican la noción de obra-objeto por la de escenificación-sujeto.

En el mundo contemporáneo, donde todo tiene relación con todo, el arte absorbe y reconfigura una maraña de los detalles, que sólo adquieren importancia si hay una apropiación activa por parte del espectador. Proceso idóneo para la reanimación del capital simbólico de la sociedad.

­¿CONOCES OBRAS QUE PUEDEN SER HABITADAS?


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jueves, 10 de septiembre de 2015

ARTETICA: Lazos entre neurociencia, arte y empatìa social


El que no tenga ni ciencia ni arte que tenga religión.
Goethe

Actos simbólicos de una consciencia artística que busca vínculos entre las realidades imaginadas por la razón y las conductas sociales.

Artética es un proyecto que se enfoca en explorar los aportes que la vida cotidiana puede encontrar en la estética producida por el arte. Artética concibe el arte como un proceso cultural que tiende a la transformación y creación de realidades que buscan renovar los significados del comportamiento humano, para encontrar otras formas de entender la realidad.

Artética es una palabra compuesta que fusiona tres conceptos que articulan el mundo del arte con el comportamiento social y el análisis reflexivo, con el propósito de suscitar actividades que cohesionen los intereses fundamentales del imaginario colectivo. 1. Arte: Es la consciencia simbólica que crea realidades, con la intención de abrir los márgenes de comprensión del mundo, para proyectar un espectro de posibilidades que pueda dar soluciones a las incertidumbres de cada día. 2. Ética: Es el sistema de valores que permite aceptar o rechazar algunas actuaciones individuales dentro de la escena social. La perspectiva ética es contextual y depende de los significados que se han definido culturalmente como correcto o incorrecto. 3. Tética: Término filosófico cuya perspectiva auto-crítica reflexiona sobre las influencias que los diferentes paradigmas científicos han tenido, tanto en la producción del arte como en la conducta social.

Un antecedente ancestral analizado por el trabajo colaborativo de estos tres elementos, es la directa relación entre la evolución del cerebro y la aparición del pensamiento simbólico. El Homo erectus, con una masa cerebral de entre 750 y 1250 cm3, designó significados a sus emociones gracias al desarrollo de sus los lóbulos prefrontales. Tal perfeccionamiento dio origen al pensamiento simbólico, fundando el arte y la religión y cuya representación se hace patente en los primeros rituales funerarios. Este proceso antecedió al pensamiento abstracto y al lenguaje escrito. Más tarde, el Homo sapiens con un volumen cerebral de entre 1100 y 1400 cm3, diferencia entre la función educativa que se inaugura con las pinturas rupestres y la función social de las ceremonias fúnebres. El sentimiento de perdida, trae consigo el deseo de bienestar hacia otros, permitiendo crear los grupos familiares y comunitarios. Las relaciones interpersonales y el sentido de pertenencia hacia la comunidad, hicieron crecer el cerebro entre 1200 y 1700 cm3, lo que trajo como resultado el desarrollo de las grandes civilizaciones.

Con la evolución del cerebro, la senda de las civilizaciones termina por separar los saberes que se desprenden del arte, de la ciencia y de la religión, lo que a su vez originó tres sistemas por los cuales nos relacionamos y comprendemos el mundo, cimentando una autosuficiencia que no es compatible con la vida diaria. El arte como manifestación e idealización de la belleza, la ciencia como método de construcción de la verdad y la religión como modelo de bondad y de conocimiento iluminado, son sistemas que decantan pequeñas partes de una realidad que va más allá de los limites de cada uno, por ello la importancia de encontrar lazos entre los tres.

Biológicamente estos lazos están claramente definidos, ya que la belleza, la verdad y la bondad se desarrollan en una misma zona vital del cerebro, la corteza órbitofrontal (COF), en la que se interconectan sus tres regiones más activas: 1. Corteza prefrontal: generadora de la actividad racional y controladora de los impulsos pasionales; 2. La amígdala: impulsadora de las reacciones emocionales y; 3. Cerebro reptil: encargado del funcionamiento del sistema nervioso autónomo. Debido a la versatilidad de la COF tenemos la capacidad de transformar los estímulos de los sentidos en emociones, para luego asignarles significados.


De esta manera, tanto la belleza como la verdad y la bondad no han cambiado su proceso de reacción química en el cerebro, lo que si se ha renovado son las significaciones culturales que se le asignan. No obstante, la belleza se diferencia de las otras dos porque mientras ésta depende de percepciones sensitivas que se activan velozmente en la amígdala, la verdad y la bondad necesitan de los procesos lentos y elaborados de la corteza prefrontal. En consecuencia, el proyecto Artética se propone desarrollar una dinámica que articule de manera natural e interdependiente estas tres facetas, para provocar actos simbólicos de una consciencia que busca materializar las realidades imaginadas en el interior de las conductas sociales.

Ver video Arte, cerebro y creatividad
https://www.youtube.com/watch?v=yzQGr7MGYlI